Creo que lo que le ha pasado estos días a Vampirito es definitivamente la suma cabrona de las dos circunstancias que había sospechad: por una parte un resfriado que en un recién nacido es chunguete y, por otra parte, la crisis de lactancia de los tres meses. O algo así.
A medida que ha ido mejorando totalmente del resfriado, ha empezado a comer cada vez un poquito más. Al principio, Vampirito no quería ni ver el pecho y solo quería chupete y biberón. Eso me llevó a preocuparme más y a llegar a pensar que la lactancia estaba en riesgo, en parte también debido a la cantidad de presiones que tenía a centrarme solo en el biberón y olvidarme del pecho. En esto ha influido bastante nuestra experiencia en neonatos. Allí, el niño tuvo una bajada de azúcar que le hizo quedarse un par de días más y que nos obligó a vigilar mucho la cantidad que comía. Ahora, que ha bajado unos 200 gramos durante los días del resfriado, han vuelto los fantasmas de aquellos días, de la doble pesada, del ‘¿No tendré suficiente leche?’. Si la vida ya son todo dudas, esto se multiplica cuando todo se junta.
La cuestión llegó un momento que prácticamente rechazaba totalmente el pecho. Se ponía muy, muy histérico, así que me tocaba darle un biberón de leche mía, pero un biberón al fin y al cabo. El miércoles (una semana ya de resfriado) me levanté con la firme determinación de conseguir que tomara pecho costara lo que costara. La primera decisión fue minimizar el biberón y el chupete, pero sobre todo mentalizarme yo. Lo que hice fue engañarle entre chupete y pecho dándole el cambiazo. Lo ponía con chupete junto a mi pecho y, cuando ya estaba ya bastante relajado, se lo quitaba y le colocaba en el pezón. Así conseguí que se alimentara de pecho y que no lo rechazara. De momento aún no se engancha voluntariamente, pero una vez está ya cogido, no lo suelta.
Por tanto, tenía razón la pediatra al decir que cuando se encontrara mejor, volvería a comer. Pero sigue manteniendo algunos comportamientos que cuadran con la crisis de los tres meses y que ya vi antes del resfriado: hay veces que se suelta del pecho, me mira, se ríe o me grita «ahhhh, ahhhhhhh, ahhhhhhhhhhh» y me toca volver a engañarle con el chupete o algo para que se coja. Mis pechos llevan ya un par de semanas deshinchados, aunque alguna vez si dejo pasar mucho tiempo entre tomas, vuelven a hincharse o a chorrear. Veremos estos días cómo evolucionan Vampirito y la lactancia.
Lo peor de estos días ha sido añadir a la preocupación del resfriado de un bebé tan pequeño otra preocupación extra como es la posibilidad perder la lactancia como consecuencia de un resfriado. Así que me he pasado estos días atenta a los indicios que nos dijo la pediatra para ir a Urgencias (respiración fatigada, que se hundan las costillas al respirar, que no comiera o que rechazara el chupete) y al mismo tiempo preocupada por la lactancia y por su pérdida de peso.
Este es el informe hasta el momento. Creo que la semana que viene tendré un poco de visión global, ahora llevo demasiados días durmiendo poco, preocupándome mucho y prácticamente sin salir de casa.