Pues nada, que hoy Vampirito cumple 6 meses y ni me creo que hayamos conseguido llegar hasta aquí con la lactancia entre las crisis, la falta de apoyo de parte del entorno y mi vuelta al curro a la semana 16. Lo más curioso es que, antes del nacimiento de Víctor, no tenía nada claro que fuera a dar el pecho y ahora no tengo ningunas ganas de destetarle.
Yo no tenía ninguna idea predefinida respecto a la lactancia materna, pensé que tomaría la decisión cuando naciera. Si se cogía y nos iba bien a los dos, lo intentaría encantada. Pero Vampirito se fue directo a la UCI de Neonatos y no hubo piel con piel ni pecho ni nada, así que empecé a temerme lo peor. Sin embargo, las matronas me animaron a ir estimulando para tener la subida de leche y a bajar a Neonatos toda la leche que produjera.
Víctor nació el sábado, le empezaron a dar comida el domingo y el lunes yo tuve la subida de leche. Desde aquel martes (17 de octubre) a las 12 del mediodía, no volvió a tomar fórmula porque producía leche sin problemas para dejarle todas sus tomas nocturnas (eran 40 ml en aquel momento). El mismo martes me lo pude poner al pecho y se cogió sin ningún problema. Tuvimos algún problemilla con una bajada de azúcar que nos obligó a darle leche materna en biberón, pero no hubo ningún otro problema.
Vampirito ha seguido como un reloj las crisis de lactancia. Sobre las 3 semanas tuvo una de esas crisis de estar todo el día al pecho sin parar, sobre las 6 tuvo otra y la de los 3 meses duró prácticamente un mes entero y, desde entonces, todo ha ido fluido. Dos meses de paz lactante y el niño subiendo correctamente de peso (teniendo en cuenta que es delgadito). Supongo que ahora, con la alimentación complementaria, llegará la crisis de los 6 meses y volveremos a temblar.
Han sido 6 meses complicados porque la generación que no (nos) dio el pecho, considera que es una tontería, que no es necesario y que las personas que damos lactancia materna somos una secta extraña. A mí me da exactamente igual que las demás den pecho, fórmula o gusanitos, pero he sido muy cabezota con la lactancia de mi hijo porque creo que es lo mejor para él, porque veo cómo está creciendo y porque, con el tiempo, he aprendido a disfrutarlo. Si no fuera por lo obstinada que puedo llegar a ser, hubiera abandonado en la crisis de las 6 semanas porque, de verdad, el entorno no ayuda.
Reconozco que la lactancia no ha sido algo que haya disfrutado desde el primer momento. No ha sido la clave para conectar con mi hijo (tendríais que ver cómo se pone de loco cuando se acaba el biberón de leche materna y cómo se incorpora para zamparse las vitaminas), no es un niño que recurra mucho al pecho cuando quiere calmarse o dormirse. Vampirito, dentro de ser un bebé, es tan desapegado como sus padres. Si le doy el pecho, él encantado. Si le dan un biberón cuando yo no estoy, él encantado. Y si le das la leche con una jeringa o una cuchara, él igual de encantado.
Ha sido ahora, ya con la alimentación complementaria asomando la patita, cuando ha empezado a aparecer cierta sensación de disfrute. Me gusta tener a Vampirito al pecho, me gusta cuando llego después de una mañana en la oficina y casi no me da tiempo ni a sentarme porque se engancha en un abrir y cerrar de ojos.
Esta ha sido la clave para mí. La lactancia es lo mejor para Víctor y lo más cómodo para mí, sobre todo ahora que las tomas son cortas. Es muy cómodo no tener que llevar detrás los biberones, ni tener que preocuparme por más que darme media vuelta durante la noche y ofrecerle al pecho porque descansamos más. Es cómodo no tener que limpiar biberones, ni nada de eso.
Supongo que precisamente por esa falta de apoyo, los momentos de duda y de inseguridad son terribles. Yo me pasé meses utilizando una app para registrar las tomas, con el tiempo de duración etcétera y no me sirvió de nada, igual que al doble pesada. Empecé a disfrutar de la lactancia el día que dejé de preocuparme por la duración de las tomas, cuando dejé de querer controlarlo todo.
Ya me han preguntado varias veces lo de ‘No pensarás seguir dándole el pecho más, no?’. Pues sí. De momento, como he dicho, no tengo ninguna intención de destetar a Vampirito. Iremos viendo poco a poco, pero igual que no tenía ninguna idea preconcebida respecto a si darle el pecho o no, tampoco la tengo respecto a cuándo será el momento de parar.
Y sí, revisando el blog me doy cuenta de la cantidad de posts que he dedicado a la lactancia porque ha sido una de las cosas que más me ha sorprendido de esta experiencia de la maternidad y probablemente la que más me ha provocado la necesidad de desahogarme.