Call me loquer pero, desde que Víctor nació, tengo la sensación de que crece a trompicones. Y no solo eso, también tengo la sensación de que esos momentos de salto llegan después de un momento de bache. Sobre los 12M fue la gran gastroenteritis y ahora ha llegado el momento de terremoto después de la bronquitis. El patrón suele ser el mismo… El niño se pone enfermo, está unos días jodido, va recuperando el ritmo y, de repente, se vuelve loquito. Después de volverse loquito no vuelve a ser el mismo niño, sino una versión mejorada y evolucionada de sí mismo. Sé que igual digo gilipolleces.
Ahora, de nuevo, se junta todo. A menos de una semana de cumplir 18 meses, los colmillos y los premolares están acechando. Ya sé que en teoría los dientes no duelen y todas esas cosas, pero mi hijo está destrozando los chupetes y mordiéndose hasta los dedos. Así que permítanme que, en esta ocasión, me pase la teoría por el forro.
Además, duerme fatal. Pero fatal de despertarse gritando «mamá» y de dormir hecho un ovillo a mi lado cuando normalmente duerme en su cuna. O todo lo contrario, huir de mí e irse a su cuna y acabar dando vueltas y haciendo molinillos. Todo, siempre, entre quejidos y desvelos. Algunas noches se ha pasado horas enganchado al pecho, hasta el punto de volver a provocarme los dolores de la cadera que solo tengo en esos momentos de grandes crisis. Toda la noche enganchado él y toda la noche de lado yo, así que después me duelen las pestañas. Y sí, hemos probado a darle ibuprofeno por si eran los dientes, pero como si nada.
Tiene algunos comportamientos como regresivos: no suelta el chupete y no soporta estar alejado de mí. Es como si la angustia por separación se multiplicara por mil, pero solo cuando me ve cerca. En cuanto desaparezco de la vista, está feliz como siempre y no me echa de menos. Ahora, como estemos en el mismo espacio físico y no lo tenga en brazos, la lía pardísima. Grita, llora y patalea como si no hubiera un mañana. De nuevo, a los dos minutos se le pasa, pero al arranque es terrible.
Pero todo esto coincide también con unos saltos adelante que a veces nos dejan flipados. Físicamente tiene una habilidad increíble para las cosas pequeñas, es un ninja en motricidad fina. Ninja nivel meter la llave en el candado de una maleta y abrirlo. También camina cada vez mejor y ha perdido el miedo a los escalones, a las rampas, a saltar, a correr y a hacer el moonwalk. Todo eso en pocas semanas. Este finde se ha pasado el día subiendo una rampa de piedras en la que antes se caía y sube solo (agarrado a la barandilla) cinco o seis escalones de la escalera de caracol de casa de mis padres (que tiene totalmente prohibida, por otra parte.
Entiende gran parte de lo que decimos, responde a órdenes como ir a la estantería y traer un libro completo y dice un montón de palabras aunque algunas no las repite en semanas (como «zapato» o «arròs»- cada palabra la dice en un idioma, sí). Ahora le ha dado por las onomatopeyas. Dice brruuum cuando pasa un coche, pppssjjjffff cuando ve un desodorante en espray o grrrrrrr cuando juega con su cafetera de juguete. Además, empieza a unir ya dos palabras: «mamá, allá» o «papá, abua». Eso es fascinante.
Es una esponja, un monito de repetición. Hace como que se pone desodorante y crema en la cara (hemos aprovechado para ponerle una con SPF porque se la pone él encantado). Cuando juega a cocinar, pone sal a los alimentos antes de ponerlos en la cacerola e imita ruidos de la cocina. Se mosquea muchísimo si no le peinamos cuando acaba de vestirse y no entiende por qué él no lleva férula de descarga para dormir.
Y se cabrea, se cabrea muchísimo. Cuando le dices que él no puede tomar café, ni coca-cola de la lata, cuando le dices que hay que salir de la bañera, cuando se acaba el tiempo en el arenero. Se cabrea, grita, llora y patalea. Es el momento, supongo. Así que, en el día a día, nos encontramos con un bebé y con un niño, dependiendo del momento. Es muy desafiante, pone cara de pillo cuando sabe que hace una cosa que no debería hacer y se ríe cuando le riñes. Pero luego se hace pequeñito, se engancha a la teta como si acabara de nacer y se pega al chupete como si fuera una parte más de su cuerpo.
Buscando por internet si estaba loca, di con este post maravilloso de Wandermum que me ha dado bastantes pistas sobre lo que le puede estar pasando a Víctor. También he leído bastante sobre la regresión del sueño de los 18 meses y al final parece que todo es, una vez más, un proceso que, en realidad, no terminará nunca.