No recuerdo muy bien en qué momento se me ocurrió abrir un blog, un Instagram y un Twitter para Víctor. Supongo que fue con todo el subidón de hormonas. Supongo que pensé que sería gracioso/curioso, incluso un complemento a este blog en el que paso bastante de hablar de experiencias concretas con marcas y productos concretos.
El caso es que el Instagram medio lo mantuve unos meses, pero el blog lo abandoné totalmente. No es que me costara escribirlo, porque era algo muy sencillo, pero no me sentía cómoda adoptando la voz de mi hijo. Y esa ha sido la razón por la que lo he abandonado todo: porque creo que no tengo ningún derecho a hablar en su nombre ni a hablar de sus cosas.
Esto me lleva a plantearme, como siempre, dónde están los límites en lo que mostramos y en lo que no mostramos de nuestros hijos. Entiendo que mientras se haga con respeto, todo puede ser más o menos lícito, pero hay muchas cosas con las que no me siento cómoda:
– Utilizando a mi hijo para hacer publicidad. Si, llegado el momento, él toma la decisión de que quiere ser una teletienda con patitas, lo aceptaré, pero no me sentiría nada cómoda exponiendo a mi hijo sin parar para vender productos. Todo mi respeto a quienes lo hacen, esto no es un juicio, es un posicionamiento personal.
– Exponiendo su cara una y otra vez. Siempre pienso que algún día podrá venir a recriminarme que le sacara de pequeño en pijama y con un moco colgando, llorando al llegar a la Escoleta o con sus huevecillos al aire en la bañera. Es su intimidad, no la mía. De nuevo, chapeau a quien decide sacar a sus hijos en abierto, yo no juzgo.
– Creándole un personaje. Por eso en concreto dejé Instagram. Como no quería exponer a Víctor, le creé un personaje y creo que eso era casi peor. Mi hijo es un niño inquieto, con sus puntitos excéntricos como cualquier niño y con algunas manías ya muy marcadas, pero tampoco quería acabar creando a un niño que pareciera salido de una peli de Wes Anderson. Por que no es así y porque no quiero que se sienta diferente a nadie, ni mejor que nadie ni peor que nadie, por un personaje que le haya creado su madre
Y por eso Víctor ha desaparecido. Sigue en mi Instagram privado muy de vez en cuando y sigue en mi otro Instagram, pero sin cara, sin interpretaciones, sin situaciones exageradas. Desde hace unos meses, utilizo el siguiente filtro: Si esa foto fuera mía y yo la viera ahora o hace 15 años, ¿Me cagaría en mis padres? Si la respuesta es sí, no la publico. Si la respuesta es No, adelante. Y que conste que tomo como referencia una edad adulta. Si, en unos años, mi hijo no se siente cómodo con algunas de las fotos en las que aparece, obviamente se borrarán todas