Si hay algo que separa a una preñada semi-cabal de una asesina en serie de esas que abre telediarios, es saber que el 90%de barbaridades y/o sandeces que te dicen tienen algo de desconocimiento y de buena intención, generalmente ambos al mismo tiempo. A mí me pasa últimamente con eso de que tengo «que comer por dos». Comer por dos… los cojones.
No hace falta ser ni doctor en nutrición ni ginecólogo de solera para saber que eso es una patraña. De hecho, solo con preguntar a san Google veremos decenas de enlaces que nos dicen que no hay que comer por dos. Me ha gustado uno de los enlaces en los que dicen que hay que comer «para dos», pensando en dos y en qué es lo mejor para tu salud y para la de tu bebé.
Ahora, cuando me dicen eso, contesto de forma exageradamente seca: «no, no hay que comer por dos. Eso es mentira». Fin. Nadie me rebate. Me ponen mi mini-ración de comida y seguimos como si nada. Si comes poco porque comes poco, tu bebé estará desnutrido y tú hecha un asco y si comes mucho porque tu bebé crecerá tanto que no podrá nacer y tú estarás hecha una foca toda tu p**a vida. Las mujeres en general, pero las embarazadas en particular, nunca hacemos nada bien. El barrigón es como una luz de neón enorme en la que pone: «Hola, guapis, venid a criticar cualquier cosa que haga, ahora que estoy hormonal y vulnerable».
Yo nunca he comido mucho, pero el embarazo me ha quitado el hambre, casi desde el día 1. Tengo que obligarme a hacer cinco comidas al día y organizarme muy bien para asegurarme de que cada día he comido proteínas, algo de hidratos, frutas y verduras… No necesito que me ceben, especialmente cuando la última vez que fui al médico, el bebé estaba en su peso y el ginecólogo me dijo literalmente que no hiciera caso a ningún comentario sobre mi peso (o sobre mi falta de peso, más bien).
Así que antes de espetarle a una embarazada eso de «ahora tienes que comer por dos», piénsalo dos veces. Puedes preguntarle cómo lleva el hambre, si comer se está convirtiendo en un suplicio. Puedes ponerte en su lugar y pensar que a lo mejor tiene ascos o nauseas o todo le da reflujo. O que no puede andar porque tiene que hacer reposo y no está de más controlar un poco el peso cuando no consumes casi ni una mísera caloría al día.
Yo he tenido suerte con las nauseas, pero no tengo hambre y casi todo me da reflujo o me sienta mal, así que me organizo mucho mejor comiendo menos cantidad, pero haciendo almuerzo y merienda. Me paso más horas dando explicaciones de por qué como o de porqué dejo de comer que comiendo. Y descubrimos ese otro efecto secundario del embarazo del que nadie habla: justificarse.
(La foto es de un plato de autoengaño, pasta de esa que está hecha con harina de lentejas, con calabacín y jamón york para intentar unir en un plato proteínas, legumbres y verduras).