Hola, L.
Soy tu yo del futuro (siempre me ha molado decir eso), de dentro de casi nueve años para ser más precisos. Hoy cumples 30 años y, aunque todavía estás un poco aturdida después de haber dejado a tu último novio desastre, quiero que me leas atentamente. Sé que no harás nada (ni tengo claro si deberías hacerlo), pero voy a decirte unas cuantas cosas que ahora, con el paso del tiempo, me hubiera gustado que alguien me contara en ese momento. En tu momento.
Acabas de dejarlo con ese chico con el que no ibas a ningún lado y ahora tienes clarísimo que necesitas un periodo de reflexión. Te irá bien. También te irá bien pendonear un rato, no te sientas culpable por eso. Todo lo que se refiere a tener una pareja te parece que está a años luz, y lo está por el momento. También sé que nunca has querido tener hijos, pero eres lo bastante sensata como para saber que el tiempo te cambia y que lo que hoy está clarísimo, mañana estará más que borroso. Hazme caso.
Cuando vuelvas a ir a la revisión de la ginecólogo, dile que te haga análisis hormonales. Si te haces los análisis y los resultados son relativamente buenos, espérate unos meses antes de comprarte el piso (sí, hija, antes de que termine el año vas a firmar una hipoteca a 40 años tú solita) y vitrifica óvulos. ¿Qué qué es eso? Básicamente comprar tiempo y comprar oportunidades.
Cuando te hablaban de ser madre era como si tuvieras que elegir o ser madre o hacer cosas. Tú siempre has querido hacer cosas, ver mundo, apasionarte por tu trabajo. Lo de ser madre lo dejas para cuando ya tengas gran parte de tu lista tachada. Pues ahora llega la aguafiestas: cuando tengas gran parte de tu lista tachada, tus ovarios no servirán prácticamente para nada. Si vitrificas, compras tiempo y compras posibilidades. Igual nunca conoces a esa persona que te hace cambiar de idea respecto a la maternidad (hazme caso, el típico día de fiestas que no te apetece salir, haz caso a tus amigas y vete a cenar a un chino) o igual le conoces, tienes un golpe de suerte y te preñas a la primera (te recuerdo que nunca te tocó ni una pegatina en los Phoskitos, no te flipes), pero lo más probable es que eso no pase. Guarda un poco de pasta, vitrifica, vive, cómprate el piso, sal de fiesta, ve a todos los festivales que quieras, acuérdate de salir ese domingo lluvioso y coge todos los aviones que puedas. Cuando hayas terminado con eso, tus óvulos seguirán vitrificados y a buen recaudo y podrás decidir lo que quieras sin la urgencia de que se te acaba el tiempo.
Y dicho esto, me despido. No quiero condicionarte porque, a pesar de todas las cosas malas que han pasado, me gusta mucho mi vida tal y como es ahora. Sí que te diré que casi nueve años después sigo viviendo en el mismo piso (hiciste bien yéndolo a ver a mediodía, la luz es mágica), conduciendo el mismo coche (aguanta mucho, el cabrón), aún llevo las Vans de flamencos rosa y cada día me parezco más a mi madre y tengo más plantas. Por lo demás, no me quejo.
Hazme caso y feliz cumpleaños