Fue a raíz de un tweet en el que otra madre infértil preguntaba si estamos viviendo la maternidad como la esperábamos. Dejé de hacer lo que estaba haciendo (que, por la hora, sería tender la ropa) y lo leí bien antes de contestar. Pensé (pienso) que mi forma de afrontar la maternidad está mucho más condicionada por la infertilidad de lo que yo misma llego a creer. Aunque obviamente cuando eres madre estás tentada de dejar atrás muchas cosas, hay cosas que marcan cómo vives y cómo afrontas lo que te viene por delante. Aunque las cosas que me condicionan en mi forma de enfocar la maternidad van más allá de la infertilidad, la mayoría sí que son consecuencia más o menos directa. Empecemos.
- No voy a tener más hijos. Tengo un post pendiente sobre ese tema pero desde el momento en que me quedé embarazada y no tenía ningún embrión vitrificado, tuve claro que no habría más porque no habrá más tratamientos. ¿Y qué pasa con esto? Pues que no quiero perderme nada. No me vale en ‘ya llevaré yo al siguiente a la guardería’ porque no habrá siguiente. Eso me afecta mucho porque trabajo mucho en casa, quiero ser yo la que haga las cosas con el niño, la que vaya a las fiestas de la Escoleta, a la pediatra, a todas partes. Eso me frustra, es horrible porque no llego a todo. Pero no habrá más hijos y esta experiencia la quiero exprimir al máximo.
- He sido madre mayor. Vale que no quería ser madre tan joven, pero alargarlo tanto no estaba en mis planes. Todo se terminó complicando y parí con 39 y pocos meses. No es que me haya quedado embarazada por sorpresa a los 23, soy muy consciente de lo que elegía y de por qué lo elegía. He sido madre mayor y muy consciente. Intento no enfadarme conmigo misma, intento ser consciente de que tengo que bajar el ritmo de trabajo y de un montón de cosas y, con frecuencia, me callo cuando me cabreo. ¿Por qué? Porque es lo que yo he elegido. Y ya sé que eso no quita el derecho a patalear de vez en cuando.
- He tenido toda la suerte del mundo. Algunas noches, incluso cuando Víctor me despierta a gritos de madrugada, le miro y doy gracias al universo (a los profesionales y a la ciencia, más bien) por la suerte que he tenido. Porque no es normal reventar las estadísticas así, porque si no me hubiera hecho una citología que no me tocaba a lo mejor no lo habría contado, porque hay mucha gente que se pasa esas mismas noches en vela sufriendo por lo que no llega. Sé que tengo mucha suerte y soy consecuente. A veces maldigo mis ojeras, no descansar, no tener tiempo libre. Pero me compensa. Lo uno todo: no habrá más hijos, esto lo he elegido yo y tengo muchísima suerte.
Todo esto no lleva necesariamente a una especie de resignación maternal en la que todo me tenga que parecer de puta madre porque soy infértil y soy madre y eso es una especie de oxímoron precioso. Me quejo, lloro, pataleo, llevo de culo a mi familia porque voy de culo yo e intento cambiar las cosas que creo que no van bien, pero mi actitud general ante la maternidad es así: tranquila, consecuente y agradecida.
Si no tuviera fiebre, posiblemente no me hubiera salido un texto tan mollet (blandito, for the non-terreta-natives)