Antes de ser madre, te montas una película de cómo vas a ser y ya piensas de antemano que harás tal o cual cosa o que no la harás. Yo era de las que decía que nunca hablaría sobre las cacas de mi bebé, pero aquí estoy. Así que… De los creadores de ‘nunca me compraré una secadora’ y ‘no necesitamos cambiarnos de piso’ llega ahora… ‘Lucha a muerte con un estreñimiento’.
En ninguno de los posts que he leído sobre la introducción de la alimentación complementaria hablaba de esta posible cara B que nos está tocando pasar: los intestinos de Vampirito han reaccionado a los alimentos extraños con un sonoro: ‘que trabaje Rita’. Los primeros dos días no le dimos mucha importancia porque ha llegado a estar tres días sin hacer caca y tampoco nos preocupamos. Llego el tercer día y estábamos convencidos que, si no hacía el tercer día, haría el cuarto. Y el cuarto era un sábado, antes del puente y nos íbamos de viaje. Total, convencidos de que haría el cuarto… Pues el cuarto tampoco hizo.
Dentro de mi neura de madre primeriza, empecé a pensar que, siendo puente, no podríamos hablar con nuestra pediatra hasta que llevara más de una semana sin hacer caca (miércoles por la tarde), y aunque se pueda considerar normal, a mí me parecía demasiado.
Así que allí nos vimos, en Palamós ubicando hospitales públicos y privados próximos por si tocaba ir a urgencias. Por si acaso, decidimos darle al niño hasta el lunes para ver si se animaba solo.
Por supuesto, en ese periodo hicimos todo lo que leímos y o pensamos que debíamos hacer: darle menos cereales y más leche, más frutas para que tuviera más fibra (de repente le ha empezado a gustar la naranja, menos mal), incluso darle agua, ayudarle con masajitos y con movimientos en las piernas, estimularle el ano con masajito muy suave y con crema, mucho más porteo y mucho menos estar tumbado… Y no ha funcionado absolutamente nada.
Como, además de neura, tengo un superpoder para sentirme culpable por todo, me sabía fatal contribuir a colapsar las urgencias con algo que objetivamente no lo era. Pero estábamos de viaje, nuestra pediatra no estaba y bla bla bla. En lugar de ir al hospital público de Palamós, que nos pillaba bien cerca, nos hicimos nuestros 40 kilómetros para ir a una clínica privada de Girona. Encima, fuimos porque yo estaba convencida de que mi pediatra hacía puente porque suele hacerlo. Pero le dije a Víctor padre que el miércoles llamaría para contarle lo que nos habían dicho en el hospital y si nos habían dado algo de medicación. Yo es que soy muy de mi pediatra.
Fuimos al hospital, después de una hora y pico esperando, miraron al niño y dijeron que estaba perfectamente y que era normal. Nos recetaron un laxante especial para niños y nos dijeron que habláramos con nuestra pediatra en un par de días y que no interrumpiéramos la alimentación complementaria. Compramos el laxante, comimos y nos fuimos hacia Palamós otra vez.
En un momento de lucidez, se me ocurrió llamar por teléfono a la consulta de mi pediatra a ver si por casualidad tenían consulta y, para mi sorpresa, sí que tenían. Les conté toda la película esperando que se rieran de mí y básicamente pasó lo que me temía, que nada de darle el jarabe que nos habían recetado en Urgencias y que le diéramos un supositorio de glicerina para lactantes cortado por la mitad y, sólo si eso no daba resultados, que le diéramos el jarabe. Y sí, nos pasamos toda la mañana en Urgencias básicamente para N.A.D.A.
Todo el dramón terminó con ese medio supositorio milagroso que hizo que los intestinos de Vampirito se fueran de rumba y decidieran funcionar otra vez. Dicho esto, si por casualidad me lees y no tienes ni idea de qué hacer en caso de estreñimiento chungo de tu bebé, haz el paleto como yo y llama a tu pediatra, que a Vampirito le fue genial el supositorio pero a otro niño podría no irle bien. Contestando las preguntas tanto de mi pediatra como de la gente de Urgencias me sentí como cuando llamas al servicio técnico de tu compañía telefónica y te preguntan como si fueras bobo si has encendido el router y lo has vuelto a apagar. «Sí, le hemos hecho masajitos en la tripa». «Sí, le hemos estimulado el ano». «No, no le hemos dado ningún zumo ni ningún laxante». «Sí, acaba de empezar con la alimentación complementaria». Y cosas de esas.
Ahora, casilla de salida y a ver qué nos deparan las próximas semanas. Sólo sé que si lo primero que le teníamos que introducir es arroz, patata y plátano… Pues así va el niño, pobre.
En la foto, Vampirito comiendo naranjas. Molaría lo del BLW si no se le escurriera la naranja y se volviera gremlin inmediatamente. De momento, se la damos nosotros y ya veremos qué pasa.