La libertad no era esto

Enviado por: Li febrero 25, 2025 No hay comentarios

Mi lengua materna y la de mi hijo son diferentes y es así porque, hace muchos años, algo no me cuadraba.
Cuando yo iba a 1º de BUP, mis abuelos vinieron a vivir con nosotros. Entre ellos hablaban valenciano, pero a mi padre le hablaban castellano. Con mis abuelos maternos pasaba exactamente lo mismo: eran valencianohablantes que criaron en castellano a sus hijas. Así que pregunté y me explicaron, no sin sus correspondientes evasivas, que ‘en su época’ (el franquismo) estaba mal visto hablar valenciano porque era como ser de pueblo, la explicación simplificada de turno. Así que, voluntariamente y desde mi inocencia, decidí hablar a mis cuatro abuelos en su lengua, la que debería haber sido la mía. Y así fue hasta hace un par de años, que murió la última de mis cuatro abuelos.

Por coherencia, decidí que si algún día era madre, hablaría a mi hijo o hija en la lengua de sus abuelxs que, recuerdo, debería haber sido la mía. Y así lo hice aunque estaba convencida de que la cosa tampoco saldría muy bien porque su padre y yo hablamos castellano entre nosotros. Quizá por eso decidimos que queríamos escolarizar a Víctor en valenciano y así lo hicimos desde la Escuela Infantil (❤️ La Lluna).

Hoy empieza la consulta para elegir la lengua base en la que queremos que estudien nuestros hijos y, en nuestra familia, tenemos clara nuestra opción, pero no solo por la lengua en sí. Por coherencia, es evidente que queremos que Víctor siga estudiando en valenciano, que es su lengua materna pero no paterna. Creemos que ser naturalmente bilingüe te abre más puertas y te pone más fácil el aprendizaje de otras lenguas. Pensamos que ir al cole en valenciano completa ese mosaico lingüístico que es la vida: si la tele, gran parte de los libros, la mitad de tu familia y casi el 100% de juego con tus amigos son en una lengua, queremos que la escuela compense y le dé esa posibilidad de seguir siendo realmente bilingüe ( y no, un B2 no te hace bilingüe).

Y, por su fuera poco, como padres de un alumno NEAE, queremos que todo siga como hasta ahora.
Queremos que los dos grupos del próximo Tercero de Primaria sean en la misma lengua para que los grupos se puedan repartir de forma equitativa en todos los sentidos.
Queremos que siga viviendo la diversidad y no queremos guetos.
Queremos que sus necesidades y la del resto de sus compañeros y compañeras se puedan seguir atendiendo.
Queremos que los puedan seguir mezclando en Tercero y en Quinto.
Queremos desdoblamientos, proyectos… Queremos que el colegio siga siendo como era hasta ahora, porque por eso lo elegimos.
No solo estamos votando la lengua. Estamos votando para que la lengua no sea una herramienta para segregar, para que no haya una clase buena y otra clase mala, para que todas las necesidades especiales cuenten.
Yo no soy nadie para decir a los demás en qué lengua deben estudiar sus hijos e hijas: votad lo que os dé la gana, pero seamos conscientes de las consecuencias y de las repercusiones que todo esto puede tener en la vida escolar de nuestros hijos e hijas. La libertad, al menos en mi cabeza, no era esto.

Autor: Li

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