Soy lo p**o peor con el reposo y algunos días lo llevo francamente mal. Esta semana, por ejemplo, está siendo un desastre. El médico me dijo el lunes otra vez que vida tranquila dentro de casa, que podía irme a tomar algo por ahí siempre que esté sentada y me lleven el coche, pero dentro de casa estoy intentando moverme lo menos posible y hacer cero tareas domésticas. ¿Exagero? A lo mejor sí, pero como estar quieta es lo único que puedo hacer por mi protobichejo, pues es mi principal tarea a lo largo del día. Si llegamos a la semana 28, ya tendré tiempo de hacer la cama y esas cosas.
Estas son mis claves de supervivencia:
- Trabajar. A mí me hubiera dado un jamacuco pasando estas semanas de baja o de vacaciones. El trabajo me mantiene activa todo el día y sí que es cierto que lo puedo hacer porque lo tengo controlado y no me estresa ni la mitad de lo que me estresaba hace unos meses. Exceptuando momentos puntuales, hasta lo disfruto.
- Soledad. Si no disfrutas de la soledad, esto se hace cuesta arriba. A mí me encantaba vivir sola, era muy feliz (igual que lo soy viviendo con V, pero nunca eché de menos la compañía). Pasarme tantas horas sola es generalmente bueno. A no ser que me encuentre fatal o se me esté yendo la cabeza, como me ha pasado estos días.
- Tener algún lugar donde huir. En mi caso, es a casa de mis padres. El problema son las escaleras y que no puedo estar todo el día subiendo y bajando, así que ir implica un poco de planificación. Subo después de comer y me paso la tarde en el sofá y bajo solo cuando viene V a recogerme. O bajo al levantarme si duermo allí y no vuelvo a subir hasta después de comer o hasta la hora de irme a la cama. Pero salir de vez en cuando es necesario. Hoy, por ejemplo, me lleva una amiga a la farmacia a por blastoestimulina. Para mí es como ir de fiesta, así que me arreglo y todo.
- Que no te hagan sentir enferma. Lo que peor llevo es que la gente me pregunte non-stop que cómo estoy y si necesito algo porque me hacen sentir más inútil todavía. La clave es que he aprendido a pedir ayuda y cuando necesito algo, pues lo digo y punto. Pero no necesito tener a alguien 24h a mi lado recordándome que no sirvo para nada. La autoestima de un culo inquieto como yo que odia ir en pijama casi tanto como su mierda de corte de pelo está por los suelos en etapas como esta y yo, que siempre he sido de sentirme útil, activa y productiva, llevo muy mal que me tengan que tender la ropa. La atención constante me hace sentir peor, mucho peor.
- Que te dejen llevar tus neuras y tu preocupación como tú quieras. Lo mío es fácil. Me quedan dos semanas para que mi hijo sea viable. Probablemente sean la dos semanas más importantes de mi vida y tengo derecho a vivirlas como me dé la gana. Cuando noto molestias y me preocupo, no tengo ningunas ganas de hablar ni de que nadie venga a verme. Entiendo que la gente se preocupe por mí, pero lo primero debería ser cómo me siento yo y no cómo se sienten ellos (lo siento pero el tratamiento y el embarazo me han hecho extraordinariamente egoísta), así que si me apetece estar sola y no tengo ganas de hablar, deben dejarme sola y no darme conversación. Quienes me conocen de verdad han aprendido a sobrellevarme
- Que no me pidan que cuente algo. ¿Qué coño va a contar una mujer que está en reposo y no sale de casa? Podría hablar del seminario de modelos de atribución que hice el otro día, de lo contentísima que estoy con el rendimiento de la campaña de verano de un cliente, de lo bien que habla el señor Méndez de Vigo pero el asco que dan las cosas que dice… En mi vida no pasa absolutamente nada. Me levanto, desayuno, curro viendo el canal 24h, como, descanso un rato, curro viendo el canal 24h y luego llega V y cenamos. Mi vida es aburrida, no tengo nada que contar y no necesito que nadie me recrimine que soy un coñazo de compañía. Tampoco hablo del bebé porque es algo de lo que podré hablar si llega a la viabilidad. Ahora, es como si no existiera.
Esta es mi forma de encarar el reposo y probablemente sea diferente a la el resto de personas. Si alguien de vuestro entorno tiene un embarazo puñetero y de reclusión, preguntad qué podéis hacer y respetad lo que os diga esa persona porque a veces la frontera entre ayudar e incordiar es terriblemente difusa. La foto es de la entrada del dormitorio, el lugar que estoy intentando evitar durante el reposo para conservar la cordura.