Lo de los deberes

Enviado por: Li enero 23, 2024 1 comentario

Los deberes, temazo. Vaya por delante que yo soy team anti deberes, pero también era team anti extraescolares y aquí estoy, con el portátil en un parque esperando a que mi hijo termine la clase de piano*. Todo esto viene a raíz de un tweet (me niego a cambiar a la terminología Equis) en que hablaba de mi desquicio por la actitud que tiene mi hijo ante los deberes (y el cole en general) que consiste básicamente en no  hacer nada o en tirarse por el suelo e inventarse cualquier cosa antes de ponerse a copiar palabras. Ojo, que lo comprendo, copiar palabras es un rollo. Obviamente, lo primero que hicimos fue consultar con profesionales y no es que vayamos pidiendo diagnósticos bienintencionados en Twitter. Lo que se tiene que mirar, se está mirando. Es decir, respecto a todos aquellos comentarios de que miremos TDAH, TEA, AACC o mil historias más… Eso fue lo primero que hicimos. De ahí gran parte del desquicio.

El trabajo con la psicóloga se ha centrado en averiguar qué causa esta situación y por eso no nos hemos puesto manos a la obra todavía a intentar modificar actitudes. Porque son actitudes. No quiere hacer cosas que sabe hacer y eso es algo que ha pasado desde pequeño: una vez que cree que sabe hacer algo, también cree que no tiene que repetirlo. El caldo de cultivo perfecto para enfrentarse a este temazo de los deberes: no soporta las tareas repetitivas y los deberes (y la escuela en general) consisten básicamente en eso. 

Dicho esto, nosotros acordamos con su psicóloga que, a pesar de ser yo team anti deberes, lo que tiene que trabajar es el esfuerzo y no tanto el contenido académico. Su esfuerzo es hacer algo que no quiere hacer precisamente porque no le requiere esfuerzo, por absurdo que parezca. Dice que es aburrido, que es absurdo y ridículo. Y, aunque generalmente estoy de acuerdo con él, le pido que lo haga igualmente. ¿Por qué? Porque le conozco. Quizá con otros niños funcione no hacerlo, pero para él es un pulso, como tantas otras cosas.

Así que, asumiendo que estoy haciendo algo con lo que no estaba de acuerdo y que todavía no hemos empezado a trabajar pautas con la psicóloga, hago una recopilación de los consejos que me han dado en Twitter por si a alguien le son de utilidad: 

  • Convertirlo en un libro de actividades o haciendo juegos. 
  • Dejarlo sin hacer nada (ni deberes, ni juegos, ni tele) 
  • Trabajar con él la idea de que todos tenemos que hacer cosas que no nos interesan
  • Dejarle ver las consecuencias de no llevar los deberes hechos
  • Utilizar un temporizador para que no se eternice
  • Intentar que lo vea como algo divertido
  • Hacer un gráfico con las horas para que vea a lo qué dedica el tiempo
  • Alternar tiempo de descanso con tiempo de deberes
  • Dejar las cosas que le gustan para cuando acabe las tareas, siempre dejando claro que hay una hora máxima
  • Ponerle un tiempo límite para hacer los deberes y que los entregue estén como estén
  • Tener mucha paciencia
  • Buscar recompensas a largo plazo

Por supuesto, muchas de esas las hemos intentado probar y otras no son tan compatibles con un niño de 1º de Primaria. Algunas han tenido algún éxito y otras han sido un fracaso estrepitoso. Para no cagar la lista por si a alguien le interesa copiarla y pegarla, ahí van mis comentarios con lo que hemos intentado: 

Convertirlo en un libro de actividades o haciendo juegos. Esto puede funcionar si lo pactamos así con la tutora. Como una de las cosas que más le repatea el hígado es la letra ligada, sí que hemos intentado hacerle escribir palabras que le gustan, el problema es que todos los días viene con trabajos que no ha hecho en clase y no nos da tiempo. Lo de hacer los deberes como un juego no funciona, de hecho ya me ha dicho “esto no es divertido”. 

Dejarlo sin hacer nada (ni deberes, ni juegos, ni tele). Esto no lo hemos probado, pero teniendo en cuenta su mundo interior (puede estar una hora mirando a las musarañas y pensando en sus movidas nucleares), igual hasta le hace feliz. 

Trabajar con él la idea de que todos tenemos que hacer cosas que no nos interesan. Esto lo hemos intentado pero no funciona, tal vez sea demasiado pequeño o demasiado egoísta. A él le da igual que los demás hagamos cosas que no queremos, él dice que no quiere hacerlas. Obviamente es algo que tendrá que entender con el tiempo, pero así a corto plazo, nada de nada. 

Dejarle ver las consecuencias de no llevar los deberes hechos. También le da igual. Vuelve a casa con trabajos sin hacer y le da igual lo que le digamos la tutora y nosotros. Sí que le hemos explicado las consecuencias a largo plazo (llamadme persona cruel): si no haces los trabajos o te dejas los exámenes en blanco, creerán que no sabes nada y te tocará repetir (medidas desesperadas y mezquinas, pero de verdad que no se me ocurre nada más). 

Utilizar un temporizador para que no se eternice. Lo utilizamos para muchas cosas y unas veces funciona y otras no, no le motiva especialmente. Sí que funciona combinado con otras estrategias (consecuencias más o menos lógicas): tienes 20 minutos para hacer los deberes si quieres que te acueste mamá porque mamá tiene que hacer cosas. Si tardas más, ya no podrá. 

Intentar que lo vea como algo divertido. Ese no sería mi hijo 

Hacer un gráfico con las horas para que vea a lo qué dedica el tiempo. Esto lo tenía a medio hacer con piezas de lego, de hecho quiero que vea en qué ha gastado el tiempo de la semana (generalmente en discutir). Me edito. Lo intenté, me dijo que mejor en papel, arrancó las piezas y montó un ascensor. Todo bien.

Alternar tiempo de descanso con tiempo de deberes. Otra cosa imposible con él. Le cuesta concentrarse y va muy rápido cuando lo hace. Si le cortamos el ritmo, se engorila con lo que esté haciendo con el descanso y nos cuesta otros 30 minutos que se concentre. Con él, tenemos que intentar que aproveche la carrerilla para hacerlo todo. 

Dejar las cosas que le gustan para cuando acabe las tareas, siempre dejando claro que hay una hora máxima. Esto también lo intentamos, pero le desespera tanto que le da igual. Si no hay cuento, no hay cuento. Pantallas no hay entre semana, a jugar casi no le da tiempo aunque hiciera los deberes rápido. Es decir, es nuestro modus operandi habitual, pero también le da lo mismo. 

Ponerle un tiempo límite para hacer los deberes y que los entregue estén como estén. Si le da igual no llevarlos, ni hablemos de llevarlos mal 

Tener mucha paciencia. Yo he tenido toda mi vida un problemón con las personas que no aprenden a mi ritmo y por eso me desquicia que mi hijo viva con tanta parsimonia para lo que quiere. Intento tener mucha paciencia, pero esto es una guerra de guerrillas y el desgaste ya pesa. El reto, además, es no acabar cenando vino con gusanitos y una buena llorera cuando el niño se duerma. 

Buscar recompensas a largo plazo. Este es otro de nuestros clásicos. Funciona para reforzar algunos hábitos a largo plazo, pero le cuesta ver el beneficio. Tenemos un sistema de puntos que consigue siendo autónomo, pero cuando ve que algo es tan a largo plazo, se desmotiva y desconecta. De nuevo, son 6 añitos recién cumplidos.

Otras cosas que hemos probado y no funcionan:

  • Cabrearnos y gritar. Nos sabemos la teoría, pero a la hora de practicar, la cosa se pone complicada. Nos hemos enfadado y nos hemos gritado mucho. Ya vamos bajando el nivel de intensidad. 
  • Amenazar. Otro clásico: vamos a hacer lo que hacían con nosotros. Spoiler: tampoco funciona.
  • Beber para olvidar o, lo que es lo mismo, cenar vino con gusanitos y una llorera cuando por fin se duerme. Tampoco funciona.
  • Dejarlo para otro momento. Trasladamos la tensión a otro momento. Bien si queremos tener pollo por la mañana o el fin de semana. Es procrastinar en plan mal. 
  • Ofrecer recompensas a corto plazo. Funciona el primer día, el segundo le da igual. De todas formas, le aburre tanto que no se vende ni por una Fanta. Que tampoco le daría yo una Fanta entre semana, pero son medidas desesperadas. 
  • Dejarle solo. No sé en qué momento de desesperación pensamos que sería una buena idea. Si hacemos eso se juntan dos cosas: su cabreo por tener que trabajar y que no quiere estar solo. Entonces se pone doblemente Chucky. 

Y ahora la pregunta clave… Si soy team anti deberes, ¿por qué quiero que los haga, incluso el trabajo que se ha dejado en clase?

Como he dicho antes, porque conozco a mi hijo. Es posible que otros niños y niñas con un carácter más decidido y con más seguridad puedan salirse airosos de todo esto. El mío, por desgracia, es inseguro. No quiere hacer las cosas que cree que hará mal (tampoco las que tiene dominadas porque le parecen aburridas) y no quiere que se rían de él. No quiere ser tonto (dicho literalmente). No quiere que hablen de él como «el que se deja los trabajos por hacer» (no dicho tal cual, pero sí de forma indirecta), pero tampoco disfruta demasiado comunicando lo que sabe. Es de los que se suele callar, excepto con algunos adultos (a su monitora del comedor le tendría que poner un monumento, vaya turras le da). Supongo que es una forma de encajar. Él tiene claro que es como es, que le interesa lo que le interesa, pero no quiere que nadie se burle de él. Y ahí entran los trabajos en clase y los deberes y todas esas cosas.

Desde que escribí la primera parte de este post, la cosa ha mejorado. Ya son varios días sin trabajo extra. Está contento, más motivado y cuando lo recojo, me dice muy orgulloso que ha ganado a su cabeza y ha terminado los trabajos. Esa ha sido, en parte, la forma de darle la vuelta. Tú mandas más que tu cabeza. Él se gana a sí mismo y eso hace que esté contento. Ahora lo único que buscamos es ese puntito de autoestima y de reto contra sí mismo. Lo demás, sea lo que sea, ya vendrá.

 

*Hace una semana de esa clase de piano

** En la foto, Víctor a punto de hacer la croqueta para no hacer trabajos que no había hecho en el cole

Autor: Li

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