La semana pasada fue la peor en mucho tiempo. La peor laboralmente, porque hice una cagada con un cliente que tengo que pagar de mi dinero que no es sino la consecuencia de ir todo el día de un lado a otro, todo el día pendiente de todo y otra serie de catástrofes que paso de enumerar porque me releo y me agoto hasta a mí misma. El tema es que esa cagada marca, para mí, un punto de no retorno y una etapa nueva que espero que se llegue a convertir en, por fin, una metodología de trabajo decente.
Tengo pendiente explicar desde hace muchos meses mi modelo de conciliación, pero nunca encuentro el momento porque eso implica reflexionar y yo de tiempo para discurrir voy más bien justa. En resumen: soy autónoma, trabajo mucho para una empresa grande, un poco menos para mi propia empresa y cero para mí misma. Mi marido está todo el día fuera. Mi hijo va a la Escoleta de 8 a 15. Tenemos una persona que viene a casa un día a la semana. Todo eso metido en una coctelera es un puto caos.
Hace semanas que, en lugar de ofuscarme tanto con sacar el trabajo, me he dedicado a observar de dónde vienen mis atascos y mis agobios y ahora lo veo claro:
Visto todo esto, me he organizado el calendario de manera que el lunes trabajo en casa, martes y viernes en la otra empresa y miércoles y jueves en mi despacho. Si hay agujeros previstos, evito reuniones, comidas y planes que no me permitan sacar la semana. Los ‘yo te ayudo’ son prioritarios ahora mismo para quitármelos de encima y empezar de cero sin ellos porque no me da la vida para más. Cada día, repito frente al espejo: «me encantaría poder ayudarte, pero en estos momentos es imposible por mi carga de trabajo». En serio, cada-puto-día. Y la logística la encajo como puedo. Venir más tarde a casa para intentar estar con el niño desde que llegue y sacar la jornada del tirón aunque coma delante del ordenador son las claves para no tener que acabar pringando el fin de semana y cagándola sin parar muy a mi pesar.
La foto es de la semana pasada, desayunando en mi despacho. Hacía tres semanas que no iba. Cada vez que la logística se desconjunta, lo paga mi empresa.